A su Oratorio y casas de estudios concurrían cientos de jóvenes, la gran mayoría proveniente de los sectores sociales más populosos y excluidos, si bien este último término se aproxima más a una categoría de la sociología contemporánea, es pertinente su utilización para graficar la tipología juvenil a la que estaba dirigida su propuesta.
Su pedagogía la conformaba una trilogía compuesta por la Razón, amor y la Amabilidad. Con ella, despertaba en los más diversos ámbitos, los mejores elogios. Desde su concepción didáctica, procuraba contemplar al proceso de enseñanza y aprendizaje en todas sus dimensiones, un hecho que para la mayoría de las corrientes educativas actuales esta fuera de discusión.
Nos referimos con ello al tratamiento de lo educativo como “fenómeno” antropológico, compuesto por aspectos tanto epistemológicos, como axiológicos y procedimentales. Su sistema fue y sigue siendo preventivo, en donde el acompañamiento a los jóvenes por parte de todos los integrantes de la comunidad educativa lo caracteriza como singular.
Con ello se intenta anticipar a cualquier circunstancia que pueda alterar el desarrollo, evolución y dinámica, tanto de la persona como de la institución escolar, erigiéndose así en una gestión estratégica de lo personal, lo áulico y lo organizacional. Su educación fue una demostración de amor, caridad y solidaridad por el prójimo, en pocas palabras podríamos sentenciar que la educación salesiana apeló a recursos de la sociología cualitativa y etnográfica cuando aún aquella era incipiente y no estaba reconocida como uno de sus paradigmas.
Su exhortación por la confesión y reconciliación permanente, no son otra cosa más que diálogos en profundidad para establecer una comunicación y conocimiento del “otro” de núcleo a núcleo. Las permanentes y constantes presencias constituyeron verdaderos estudios de situación y observaciones participantes para conocer y comprender al sujeto destinatario de su dedicación y labor.
Solo para destacar algunos aspectos centrales del sistema preventivo salesiano enunciamos lo siguiente:
1.El educador debe hacerse amar si quiere obtener el amor y respeto de sus alumnos. 2.El docente debe administrar una cantidad variada y adecuada de correctivos y evitar con su aplicación gradual perjuicios mayores .En este sentido , una mirada vehemente , o , una alabanza , pueden resultar disuasivos por un lado y potenciadotes por el otro . 3.Nunca corregir en publico, sino en privado y usando la mayor prudencia y paciencia, apelando a la razón y a la religión. 4.Una de las razones del éxito del sistema preventivo pasa por la difusión y consentimiento de todos los miembros de la comunidad de las normas y reglamentos institucionales. 5.La confesión y comunión frecuente y la misa diaria son los pilares que deben sostener la propuesta educativa. En todo acercamiento con los jóvenes, debe apelarse al dialogo con su interioridad, provocando así reflexiones profundas. 6.Los docentes deben tener una sólida base axiológica, plenamente identificada con el ideario salesiano, solo así podrá practicárselo.
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